29 de julio de 2007


Necesitaba una bocanada de aire. Una amplia. Me di cuenta de que necesitaba una bocanada de aire amplia una vez que ya la había tragado. En algún momento entre la risa y la melancolía habrá surgido esa necesidad urgente de tomarla.
A veces me doy cuenta de que tenía sed una vez que veo el fondo del vaso con los ojos bizcos y la garganta hace ruidos mecánicos mientras pasa el agua. De la misma manera en la que a veces percibo mi necesidad de estar sola cuando el silencio hace un zumbido en la oreja y descanso del ruido. Entonces me recuesto y el peso de mi cuerpo no deja de expresarse sobre el sillón como si los almohadones no me sostuvieran y me hundiera en ellos para siempre. Sin fondo, sin pausa.
Sólo dejo de hundirme cuando concilio el sueño y apenas la luz me despierta porque me olvidé de cerrar los postigones, me doy cuenta de que necesitaba dormir. En algún momento entre la bocanada y el zumbido en la oreja habrá surgido ese cansancio.

27 de julio de 2007

lost


Everybody seems to have a fucking piece of advice. I wonder where are they handing them out.

23 de julio de 2007

aniversario


Ok, pero antes de salir podrías haber tenido la delicadeza de borrar los rastros: meter tu bufanda en jabón neutro, por ejemplo. Podrías haberte encargado de que no quede evidencia de tu caligrafía o de tener un sentido del humor de los que son para no recordar.

Lo suficientemente desconsiderada, la muerte, como para darse el lujo de dejar pegados a la indefinición ciertos objetos con el perfume de nadie, ciertas notas y cartas con firmas anónimas y ciertos hijos con los rasgos del padre muerto.

¿jet lag?


¿La nena tenía fobia a los aeropuertos? Bueno, la hacemos dormir adentro de uno. Bien conductista.

Hay lugares como los aeropuertos o como los shoppings que son lugares no-país, no-unidades métricas ni de tiempo:
¿Cuánto camina uno hasta el puestito de chek…-¿in o out?- de Gol? o ¿cuánto espera hecho un bollito en una silla de plástico hasta que aparezca una voz en alto parlante que dice lo mismo en un montón de idiomas y en ninguno e indica una puerta, una gate, un portão? ¿Cómo es la cara de la persona esa que habla?, ¿será robot? ¿Cómo se visten los domingos de mate las azafatas?, ¿tienen atracones? Imaginate si atraconaran comida de avión a escondidas en la cocina triste de sus departamentos desarraigados... ¿Se tiran pedos las chicas que venden perfumes en el free-shop?

Tirún! Ladies and gentleman welcome to –dfljrigjeghgjih– the tempretarure –ldfkjfñjf.
Senhores e senhoras –gfljgejgoijgi– Buenos Aires –fljklfj– Ezeiza.
Damas y caballeros –fjeñkfgejlgjrfh. La temperatura es de 8 grados (la pú-tamadre). Fdsjfiñjf. Gracias por elegirnos y que tengan una buena tarde.

Los aeroportuinos viven antes de Babel. Disimuladamente y sin torre de por medio ellos sí llegaron al cielo y ahí están, perfil bajo, hablando una sola lengua: esa lengua robotina que a veces se disfraza de inglés, de portugués o de alemán pero que siempre suena como la misma, siempre tiene la música de una sola.

Fijate la pe-lo-tu-dez que estoy haciendo: vuelvo cantando Don’t cry for me Argentina y me confieso que un costado muuuy muuy escondido mío sí disfruta de Lloyd Webber: Puaj, me critico y lo vuelvo a esconder (esta vez mejor escondido).

Casa es retomar el ritmo frenético, volver a ponerme un reloj de pasos más rápidos que los propios, volver a ver a-, bañarme apurada, tomar mate hasta quedar desencajada por la mateína. De vuelta todo se me anticipa.

Finalmente clarea a fuerza de luz de lámpara y la madrugada me invita a su país de todas las unidades menos las de tiempo. Fiú. Ahora sí mi tripulación cerebral está lista para el descenso. Aterrizá tranquilo, pá, tengo toda la cama –mi cama, al fin– de pista.

13 de julio de 2007

chau

Cambia el clima y el viento, Buenos Aires se volvió fría pero tropical y tiene un gesto raro de estar sufriendo el cambio. Yo tengo auriculares y una taza en la mano. Descubrí que puedo desplazar mi intimidad a cualquier lado si me mantengo aislada.
Las señales me sacuden el cuerpo con un hambre nómade pero no se animan a indicar a dónde emigrar. Vai embora. Vai. Abrazo la taza fuerte con las manos. Vai. Brasil, te estou esquecendo? Não, te estou procurando. Me falta la fuerza de una bandada o la convicción de que allá hay otros nidos. Me falta su lengua pero tengo su vísera.

(Me fui a Brasil. Me fui en serio, eh; a Brasil, no al país de las maravillas. Miss me)

9 de julio de 2007

snow


Estoy en un auto que tiene el asiento del acompañante muy muy tirado para atrás y reclinado. Tengo un gamulán en la falda y está la luz de la calle y la nieve como una nube de insectitos que se vienen sobre el parabrisas y cuando pegan desaparecen como si hubiera sido mentira. ¿Estará naciendo un Gardel o una Coca Sarli?
Ella se baja del auto vestida de encaje negro, apura sus piernas blancas desnudas mientras va sacando las llaves. Se vistió de fiesta porque nieva, se disfrazó de coneja y nieva, se guardó en la casa, nieva (está sensible porque nieva). Y con el corazón bien de socióloga señaló cómo la opinión pública es una: nieva.
Nos hicimos todos amigos, esta tarde en las veredas. Es que los fenómenos de la naturaleza nos traen lo que tenemos de carne todos y todos igual. La tormenta nos va a dejar un recuerdo más anciano inclusive que la memoria de cualquier árbol genealógico. Un recuerdo humano y primitivo de que el agua estaba primero y siempre estuvo. Y cae (a veces en nieve). Algo se alivia en ese aliento único de vida y se lava y después es como si hubiera sido mentira.

8 de julio de 2007

vegas (giveaway) II


No hay nada como mimarse con un taxi.

–¿Hasta dónde vas?
–¿Entre qué y qué, me dijiste?
–Salta y Santiago del Estero.

Los estudiantes de locución deben tener una materia que se llama “recitar los números de la lotería provincial y nacional”. Es horrible. Es “de época”.

–No pego un número…
–Bueno, desafortunado en el juego, afortunado en el amor, dicen.
–(Sonríe por el espejo retrovisor) La verdad que sí. (Tiene una mujer en la sonrisa).
¿Nunca jugaste? ¿Qué número te gusta? ¿El 14?, mañana te lo juego. Si sale el 14 sabé que me hice un día de laburo gracias a vos. Es que acá en el taxi hasta que contás 100 pesos es un mundo. Hasta Callao y Córdoba, 5 pesitos, primera, segunda, semáforos, sendas peatonales, 3 con 70, tráfico… Y cuando íbamos al barquito, jugábamos al punto y banca y remplazábamos todo eso por un 50 y 50 y una adrenalina hermosa. Pero no te lo recomiendo; nunca juegues, no se puede parar. A mí me contaron que una china se tiró al agua desde el barquito porque perdió 100 mil dólares.
Mirá, fijate qué dice esta birome.
Leo: Casino.
–Al principio íbamos porque te daban café gratis, no jugábamos. Y un día dijimos “y si…”.

Cuando me habla no sé si mirarle la nuca o los ojos lindos en el espejo.

–Durante mucho tiempo nos íbamos todos los días con dos o tres lucas habiendo jugado una gamba. No te miento, eh, ¿para qué te voy a mentir? Y un día se terminó la racha, ¿viste? Perdimos 20 mil pesos cada uno. Pero por suerte pude salir y acá me ves. Igual cada vez que me acuerdo del barquito pienso “es hermoso”.

–Má, hoy me enamoré de un taxista de ojitos claros y jugador.

La insolencia de desafiar a la casa que siempre gana. Decir en voz alta “banca”… de vuelta. Aún si la última vez dijiste banca y fue punto, y aún si la próxima, cunando digas punto, sea banca; porque el clímax es cuando ruedan los dados, cuando gira la ruleta y la pelotita hace el ruidito truc truc truc cada vez más rápido, cuando todo está a punto de detenerse y resultar. Depositar algo en el suspenso. No hay ninguna razón para que la suerte esté de mi lado, ni para que no.

–Mr. Warrick Brown, are you addicted to gambling?
– (Gluc) I am.

i ching

No quiero tener que seguir preguntando cómo obrar mientras con dos manos y ojos cerrados deposito mis incertidumbres en la certeza del oráculo. Las tres monedas suenan como cascabeles opacos, eligen cómo caer, dibujan seis hexagramas y ahí estoy yo decodificando mensajes crípticos que ya debería conocer. Basta.

Podría hasta resignar el tiempo en pausa de las madrugadas, conciente de que me cuesta la lucidez de todo el resto del día. Podría hasta resignar mi país y mi casa, conciente de que me siento clavada a los hábitos y a los refugios.
Podría, pero no.

4 de julio de 2007

vegas

Aposté en una ruleta trunca la fichita que quedaba para el pan y la leche. Ahora no queda ni para el vino de cartón. Hice la puesta en escena perfecta de semanas sin tristeza: puse los ojos en la escenografía, iluminé, apagué… Pero el tiempo que cura al paso es un tiempo denso de humedad instalada; uno que tarde o temprano te encuentra la cara porque conoce los desvíos de los ojos.

¿Hola? ¿Quién habla? ¿LUTO? No, señor, la patrona no está. Se fue al casino…

No, no te estoy esquivando los llamados... Está bien, está bien, te voy a contestar los mensajes del contestador, voy a volver a tu encuentro... Dejame el pucho, lo demás creo que puedo suspenderlo... Ok, ya entendí, no me retes. Te prometo le voy a dar tránsito a mis tendencias aunque se lleven bien con la noche, con lo cursi y con el llanto.


Me escapé en un barco con un crupier morocho que hizo girar una ruleta rusa de látex entre mis gambas y me dejó un poco rota y un poco ida. Pero lo hice porque por primera vez tenía miedo de no poder atravesar esa humedad instalada y densa. Ya estoy de vuelta. Sh… Ya está; ya pasó. No te preocupes. Sh… Ya pasó.

the true gomas

Estoy CANSADA de la gente que vive sin tomar contacto, de los que no transitan más que tangentes y encima quieren hacerla sentir a una que hace mal en plena tormenta sin paraguas, toda despechugada, querida, que te vas a pescar un resfrío. Andá vos abajo del toldo, yo puedo correr el riesgo. Estoy HARRRTA de la gente que no tolera la vulnerabilidad y entonces censura la entrega. Y esos me dicen que soy yo la que asusto, siempre como si me hubiera escapado de una cirugía a corazón abierto y andara por los pasillos del sanatorio corriendo en camisolín verde. Mentira, che, asustan ellos con su constipación emocional, su cobardía y sus timideces. Mamá dice “gente que agarra la vida con guantes de goma”, yo digo: imbéciles. Quiero quejarme de esos imbéciles. Los que encuentran, primero, un millón de razones para pensar que no están equivocados y terminan convencidos y con el ego rechoncho. Te estás perdiendo toda la película y mirá que se acaba y no vas a entender nada, eh.