29 de abril de 2010

goldilocks



Quería hablarte.
De nada en particular.
De nada en particular.
Como un robot de los que imaginaban en los ochenta,
de los que repiten.

Qué era lo que sugerías? Nexos relativos?
El pelo un quilombo, la columna derecha.
Y no pude ni aprender la lección.

Ni saber bordar.

Así vivís y así te quedás muerto.
Acá se ahoga el que corre sobre el capot, sobre el techo, sobre el baúl,
sobre el baúl, sobre el techo, sobre el capot y hace sonar sirenas,

ahora toca sirenas.

Y yo lo lamento mucho, lo lamento todo. Habrás visto.
“Vos qué viva, sos una llorona”.
Qué viva.
Qué?
No te escucho.

Como si la voz hubiera subido la escalera, yo subí atrás.
Recorrimos los cuartos, la voz primero, marcando el recorrido, y desapareció.
Mirando los muebles mudos
me acordé de la cama grande de papá oso
la cama mediana de mamá oso
la cama chiquita del hijo.

Me senté en la mediana. 

Espero que vuelva.
Aunque se atraviesen imágenes de un tiempo otro, el de atrás, el de adelante.
La ficción me resulta expansiva, crece por encima mío,
me come el tuétano.
Qué vamos a hacer?,
decime.

Silencio de radio.
El robot se murió.

2 de abril de 2010

apagando los sentidos

Me paro, camino cinco pasos rápidos hasta la cocina, como un chocolate con la mano, los dedos están manchados con tinta de marcador, ahora con chocolate derretido, así que los chupo. Esquivo cada vez más fuerte el trabajo a pesar de que se me presenta lúdico, rico, digno de compromiso. El miedo no me paraliza, me hace vibrar en una frecuencia metálica, como de triángulo, de gong, de zzz, una siesta que incrusta imágenes oníricas en el medio del día, y después uno las lleva al colectivo, y con eso en los ojos mira al que se sentó en frente mío y de espaldas al parabrisas. Viajar para atrás no lo marea. Marean los ojos de él si los encuentro. Me puedo pasar buscándolos todo el día, como si fuera un hábito de los insalubres, de los que se hace curso para dejar. Y en el curso enseñan que solamente estar alerta a los naufragios espesos me devuelve a la hoja, como si acá hubiera tenido que estar todo el tiempo, como si fuera una casa un sol y una atmósfera con piel y núcleo. Una sinestesia. Un mar, con un cardumen, cerca del trópico de cáncer, o del de capricornio, es indistinto.