27 de mayo de 2007

La

Cenicienta. Sonríe. Es víctima pero igual sonríe porque tiene amigos ratones.
Marilyn. Seduce. Se quiere suicidar pero igual seduce porque tiene amigos presidentes.

Susana. Baila y canta. Se siente vieja pero igual baila y canta porque tiene amigos cirujanos.

La geisha, tan estética.
La puta, tan sórdida.
La madre, tan caderona y suave.
La nena, inocente y risueña.

La mujer: antes callada, ahora llorona, siempre llorona, nunca callada.

Las manos.
Las manos que se hunden en el cuerpo de algún hombre
hasta retorcerle los órganos de dolor y de placer.
Las manos frágiles, rotas. Poco curtidas.
Saben, las manos.

Pola, Tania, Maga, Claude… París.

Como si fueran poesía en lo sucio de su cuerpo
y en lo comprensivo de su mirada.

Gal, Adriana, Marisa, Elis… Brasil.
Son como un canal a través del cual
le dan tránsito a la tierra
y cuando abren el cuerpo resulta un enorme caudal de leche, voz dulce en música o sangre.

No es nueva.
Es entre sus piernas que te escurriste en todas las direcciones
naciendo mil veces como si siempre quisieras volver...
Los brazos de ella como un útero
cuando lo ahorcan suave y le permiten el llanto.

La mujer: antes callada, ahora llorona, siempre llorona, nunca callada.

La mujer y sus pliegues en los que los antónimos se encuentran y se sonríen haciendo estrías.

26 de mayo de 2007

puños y segundos

Con la luz blanca en la cara, la luz del monitor y de la “hoja”(.doc), ya no existo ni en el puño ni en la letra. Ya no existen los puños. Sólo perduran las palabras huérfanas y virtuales. Quizás es porque hablan con más voces que la mía. La mía dice esto, la de ellas hace miles de ecos en redes sin volumen.
Con la luz blanca en los ojos, no imagino un reverso ni un remitente. Ya no existen remitentes, ni direcciones, ni dimensiones.
¿Y si la sucesión del tiempo fuera una ilusión cultural, una mentira aprendida? Capaz se dan en paralelo el nacimiento y la muerte. Capaz la vida no se extiende como una alfombra ni como los metros. Si es, entera, como una combustión que se pierde apenas ilumina y los relojes sólo intentan anclarla en la existencia, ¿cómo concebirla?

25 de mayo de 2007

stream 2 (in w·land) - "yo tengo cinco años"

Yo tengo cinco años, yo tengo cinco años, yo tengo cinco años y mi papá se desploma en el pasillo de un avión quieto, se infla su campera roja, respira raro, como un chancho, y nunca más lo veo incorporarse... pero más aún, nunca más lo veo.
La introspección me abre las puertas de un pozo y no sé si estoy persiguiendo un conejo blanco con reloj y objetivo (¿buscando uno propio?) o si simplemente la intriga es eso: un pozo ciego. Quiero que el final del pozo sea una cama calentita, una idea de mañana invernal que en realidad es utópica -uno piensa "qué lindo día para quedarse en la cama, tapado hasta la nariz viendo películas (de Kusturica, en lo posible)", pero esas mañanas no existen porque cuando pueden ser, se las duerme.
Tengo contracciones en el alma o en algo mío así de inmaterial. No puedo cronometrar cada cuánto. Rompo bolsa por los ojos. ¿Qué estoy por parir?, ¿una identidad propia?, ¿un "yo" más allá de mis vínculos? Hace unos meses me consolaban diciendo que era el momento de recuperarlo, de encontrarme con él... y yo balbuceaba, entre mocos, que nada de lo que es para mí sola me entusiasma. Mentira. Era que me daba pánico tomarme el líquido del frasquito y volverme diminuta, o peor: crecer. Amaneció un Urano enorme que me hizo sombra sobre el castillito de arena.

de manhã, línea 44

Silbido intermitente.
Me le resisto hasta que no.
El agua que enfría los ojos, el agua que lava el cuerpo, el agua que hierve
–de vuelta el silbido pero ahora es el de la pava–,
que se tiñe de café negro, que tomo.

Ochenta por favor.

Rojo, amarillo, verde.
Consigo dormitar unos minutos más si hay más rojo que verde y más silencio que otros silbidos.
Una mujer se encuentra los ojos en un espejo diminuto
y se pinta los párpados con colores pastel que no le combinan con el iris.
Cierra el espejo.
Ahora sí:
se siente linda.
Frunce los labios en una expresión de orgullo,
en una expresión de “ahora sí”.

Verde, amarillo, rojo.

Ese señor tiene cara de que se va a bajar en la próxima parada.
Por favor, por favor que se baje, no quiero seguir parada.

Hay un chico que tiene la cara cerca de mi ombligo (eso me incomoda)
y tiene una bolsa en la falda.
La agarra, saca un dvd que acaba de comprar.
Lo huele.
Lo vuelve a poner en la bolsa y se queda contento porque confirmó que tiene olor a nuevo
(y porque él sí está sentado).


Toque timbre. Toco. Un silbido.

23 de mayo de 2007

mis rasgos, mi aire

Son las manos de Plutón que aprietan y aprietan y dibujan la certeza de la fragilidad. Y después de esa certeza que duele resulta que apretaron para moldear. Es necesario, ya sé.

“Entréguenlo”. Tiene razón, pero su esperanza es creer que uno deja a su padre en manos del padre con mayúscula. ¿Cómo lo entregamos si nuestro escepticismo nos restringe a una religión que sólo dicta “suéltenle la mano, va a venir el vacío o a lo sumo una transformación en un plano que se nos escapa a tal punto que no podemos formular ninguna hipótesis sobre ella”? ¿Cómo hacemos si la única fe (sin mayúscula) o consuelo es creer en que los recuerdos flexibilizan los límites de la misma vida? Hay algo sano en ese Confiar católico, ¿no? Algo que hasta envidio… (¿Pecado capital, la envidia?... Ni sé.)

22 de mayo de 2007

stream 1

"La corriente callada de la sangre", ¿qué se calla? La vida misma, supongo; o la parte de ella que no entra en sustantivos propios.
Llueve mucho este año, y pienso en que no sé cómo dejar de estirar la perduración de los rastros. Imposible que dejes de presentarte en las pausas en las que sólo se oye el silencio de mi sangre, igual que como aparece la música en los silencios del pentagrama. No me duele tanto lo que puedo enumerar como lo que no podría conjugar ni siquiera teniendo el permiso, las ganas y el espacio. Está todo ahí: en ese nudito callado y desanudable, en no reconocer mis propios gestos sin el rebote en el que antes hacían eco.
Él tuvo la lucidez de escribir "me duele una mujer en todo el cuerpo". Bueno, es eso pero un hombre -o muchos-, y ni siquiera pude ser la primera en escribirlo así.
"Necesitamos manos fuertes, espíritus que dejen de lado los fantasmas y se ocupen de la carne" (Eso, Miller). Las manos de las que habla, pensé que eran las de él. Pasó que mi carne estaba viciada. Si fuera sólo nervios, músculo, sangre, tejido, habrías podido apretarla y punto. Pero supuró mimos. Sonríe, esa carne, hace desayunos y tiene un hambre idiota de abrazarte. Soy yo, soy esa. Viven miles de fantasmas ahí, durmiendo, y no pudiste desmenuzarla para separarlos. Es que si lo hicieras, creeme que resultaría algo menos interesante. ¿No podés descansar en delegarme tu Plutón? Yo sé cuidarlo mejor que como se le cuida el gato a una vecina, eh... Lo que no puedo prometerte es que no te vas a lastimar. No sé. Puedo prometerte la carne viciada, eso sí, puedo hasta dártela. ¡Soy la fuckin' Susanita del sexo neptuniano! Lo cual está bueno pero más aún, SÉ que te interesa.

Me paré en la orilla y me sentí amenazada por las olas primero mosntruosas y después hasta ellas mismas rotas de tanta fuerza. Pero era tal la energía, la vida que aparece cuando una forma se repite siempre igual y siempre distinta y en continuo, que caminé torpe para adentro. Aún si el mar me escupe, valen la pena el revolcón, el ardor salado en la garganta y hasta la arena en la bombacha.

21 de mayo de 2007

poner, poner primera

"The universe may not always play fair, but at least it's got a hell of a sense of humor"