2 de abril de 2008

a tamara sobre cabildo y berlín

Bueno, simplemente hablé con la gestora y con varios titulares de cátedra de la carrera. Todos dicen cosas como “hay que ver” o “tendrías que…”. No sé por qué me sorprende, en realidad, porque era esperable que no fuera fácil.

A Clara todavía no le dije nada… Mamá lo intuye y a papá se lo tiré el domingo pasado, como quien no quiere la cosa, mientras él hacía el fuego para el asado. A papá siempre hay que hablarle de lo importante mientras realiza alguna actividad, porque eso le permite mantener la atención en uno simulando que está puesta en eso otro que está haciendo. Preferiblemente tiene que ser una actividad que él disfrute y que sea objetivamente útil. Lavar el auto, por ejemplo. Algo mecánico, algo que se realice de forma simple y sistemática… Pescar mojarritas, quietos, con los pies metidos en el río. Mira para adelante, con los ojos chinos de fijos, a ver si pica, a ver si aparecen onditas circulares alrededor de la tanza, en el agua inmóvil; pero en realidad se trata de que es su perfil el que sabe escucharte.
De chica pensaba que hubiera sido mejor ser varón para poder jugar con él a algún deporte que nos permitiera que la pelota se convirtiese en el canal de comunicación por excelencia. Papá responde monosílabos, la concentración en su tarea tiene que ser absolutamente creíble, a veces incluso sólo asiente. “Pá, me voy a seguir la carrera a Alemania (breve pausa). Qué bien que prende el carbón que compraste”. Eso fue mi mejor intento de ‘como quien no quiere la cosa’. Contestó: “Bueno, primero pensá bien si es lo que querés y no se lo digas a tu madre antes de estar segura”.

Esa misma noche mamá estaba con la voz quebrada y se pasó toda la cena proponiendo un diálogo nostálgico y sentimental, de esos de velas de fiesta de quince. Yo creo que papá no aguantó y le dijo. O que lo intuye. Mamá es como un hada disfrazada de señora y siempre tiene sus magias para adivinar lo que a uno le pasa.

Clara nada. Ni lo sospecha, ni lo percibe, ni se va a enterar por mí. Sobre todo porque se pasa todo el día hablando de Luca… que el pediatra esto, que el precio de los pañales… Clara, que antes no hablaba más que de varios hombres distintos a la vez, al fin habla de uno solo: Luca. Ni Gustavo figura. A Gustavo no le molesta, igual. Un poco por psicoanalista y otro poco por buenazo.

Hoy salí de lo de Pedro y Male, había pasado a visitarlos porque siempre me convidan unos mates cuando tengo que hacer tiempo entre el laburo y la facultad, y caminaba por Cabildo pensando en esa avenida y sus ritmos. Yo creo que ni en la calle Florida la gente camina tan rápido como cerca de Cabildo y Juramento… Parece un panal plano lleno de ofertas y vidrieras angostas, excepto cuando algo desentona.

Desentonó un señor, un viejito, caminando mil veces más despacio con la ayuda de un bastón. Tenía un saco de corderoy claro, un pañuelo en el cuello y un sombrero. Paseaba a paso lento un porte erguido, a pesar de la edad, y unos zapatos marrones, lindos y bien lustrados. Caballero bien porteño, como ya no se ven: un poco milonguero, un poco elegante, un poco putañero pero de los que no se les nota. Él caminaba en frente mío y bajé el ritmo para observarlo porque me dio ternura. En dirección opuesta venían dos mujeres, charlando fuerte y gesticulando con dificultad por el bótox, maniobrando para hacerse paso entre la multitud y mantenerse una al lado de la otra, de modo de poder seguir la conversación sin interrupciones. A una de las dos se le cayó el saco que tenía colgado de la cartera. La mujer lo pisó al paso siguiente
sin darse cuenta, con un taco alto, y quedó tirado en la vereda hecho un bollo de tela negra entre sus piernas. Entonces el señor paró el bastón, paró sus pasos y con un tono sereno y grave miró a la mujer y le avisó: “Disculpe, se le cayó la bombacha”. Estallé en carcajadas pero seguí caminando porque ni el tráfico peatonal ni un mínimo de sentido de la educación me permitían quedarme parada ahí para ver qué contestaba. Y me quedé pensando… en que no hay Cabildo en Berlín. Ni mate de Pedro y Male. Así que por ahora no le voy a decir nada a mamá, y la gestora que se tome su tiempo.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Será por la poca abstraccidad pero estos relatos los disfruto mucho-mucho, creo que casi tanto como hamburguesa con queso Y papas chicas previo mate en Le Parodi's cousine.
Besos, te extraño mucho-mucho-también!
J.

polaco scalerandi dijo...

ah, lindo lo que escribiste paloma, es verdad, me quede pensando en el viejito, que obligadamente tiene que detener el paso, y al mismo tiempo, ve mas cosas que los que van rapido, sabias tus palabras.
a veces uno corre demasiado y no a donde joraca va, ni que pasa en el camino.
los mates de pedro deben ayudar a pensar
abrazo paloma, espero que estes bien
estas en mis favoritos
gracias pore pasar

Anónimo dijo...

blablablá...
www.defoxcircus.blogspot.com

fede té dijo...

(otra vez éste javier con el francés...
es la segunda vez que me lo cruzo)

hay algo que no me gusta,
y hay algo que me encanta: lo que escribís

y gracias

Paloma dijo...

no, no me voy a ir a virir a berlín. no siempre narra flor. no hablo alemán. (porque preguntaron)

Anónimo dijo...

jeje a j le cabría más el irse a berlin. De todas formas me hiciste creer en el personaje
saludos fp
gjg

Nico Ferra dijo...

este texto es notablemente distinto a los que estoy acostumbrado a leer acá....de hecho, pensé que era otro blog el que estaba leyendo...me gusto, realmente, me sentí amigo del texto, si es que eso dice algo...