11 de marzo de 2008

son of a preacher man

Fumar o explotar burbujas de plástico llenas de aire, de a una. Volver a fumar. Hacer té, ¿alguien quiere un té o un café?, porque me voy a hacer uno. No, no me cuesta nada. Hacer dos tés y dos cafés. Y para acompañar el té, prender otro cigarrillo. Cambiarme de sillón porque el que se desocupó es más cómodo. Los demás hacían más cosas que explotar burbujitas y charlar. Nos tenían a nosotros para las pausas en las que hacía falta repasar un par de cosas y retomar la marcha; nosotros siempre estábamos ahí, abiertos a la consulta, en los sillones. Pero después, una vez que se decidían, volvían a salir llenos de ímpetu, sin decir chau, cerrando la puerta apenas fuerte, a hacer lo que hubiera que hacer... y nos encantaba quedarnos solos pero tampoco podíamos hacer mucho con eso. Entonces hablábamos y hablábamos sobre lo que no podíamos hacer. Sobre por qué no lo podíamos hacer. Sobre cómo hacer para no hacerlo. Sobre cómo sería si lo hiciéramos. Después hablábamos de cuánto mejor la pasaban ellos que se habían ido del departamento a apretar en alguna esquina. Yo me las pasaba tratando de coordinar respuestas inequívocas con el otro andarivel por el que avanzaba mi cabeza, barrenando sobre un torrente de interrogaciones mudas acerca de cómo explicarte que el ventrílocuo detrás de mi discurso era una nena con miedo. Tamara se dio cuenta sin que le explicara nada. En un momento estábamos haciendo la cantidad de cafés que nos habían encargado y yo buscaba cucharas, abría todos los cajones para evitar mirarla y que se diera cuenta. Me sonrío y me dijo con un tono burlón, como imitándome: “Quiero volver a casa porque me da miedo el pito. Útero, útero.”. Hija de puta. Me cagué de risa. Yo desplegando una sintaxis compleja entre taza y taza y pucho y pucho cuando en realidad era un solo miedo. Como la Sagrada Familia… Nos sentamos en frente de la iglesia, especulando sobre el lugar del accidente fatal de Gaudí. Les dije que quería sentarme a fumar un cigarrillo mientras mirábamos la fachada, cada detalle, cada cara, el árbol, y descubríamos más cosas y descifrábamos la sigla de hierro en las rejas y en el centro de una de las torres y te escuchábamos contar la historia del monumento con esa entonación encantadora de guía turístico. Nos quedamos paseando en la asimetría. De repente Tamara y yo nos reímos porque en la vereda, justo al lado de la puerta, dos perros que venían en dirección opuesta se encontraron y después de acercarse los hocicos hasta tocarse las narices, cruzaron los cuerpos para oler el culo del otro. Y se quedaron quietos un rato, los dos tranquilos, como si olerse el culo mutuamente fuera un formalismo, como el “¿qué tal?, ¿tus cosas bien?” perruno. Se superpusieron esos dos planos: la Sagrada Familia con toda su complejidad arquitectónica, su poesía submarina, esa forma de que una fachada resulte como un bosque que se recorre con los ojos, y adelante los perros con el hocico estático en el culo del otro, los dos moviendo la cola contentos por el intercambio. Era perfecto.
Nosotros en los sillones, hablando, hablando, hablando, tomando té en tazas que se abrazan con las manos u oporto en copitas que se agarran con los dedos estirados, dándole vueltas discursivas y giros sintácticos a la imposibilidad de tocarnos, no teníamos más que ganas de oler el cuerpo del otro, morderlo, conocerlo. Y como eso es demasiado básico hacemos iglesias, miramos iglesias, tomamos café, conversamos. Y nombramos todas las cosas. En el nombre del padre, nombramos. En el nombre del hijo y del cuerpo que sabe que cuando nombra toma para siempre distancia, respinga la nariz y corre los ojos. Porque total ya está dicho. Justo nosotros dos, hijos de padres que predican la acción dramática.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo tuve que leer dos veces, porque me resultó raro en la 1ra leída.

Es increíble como en el momento que uno abraza la taza y se acurruca (como si eso fuera un rito) se queda sin palabras.. o al menos las adecuadas, o las verdaderas. Me encantó como expusiste eso, mezclado con la vulnerabilidad que implica el miedo, sobre todo cuando éste está personificado y en frente de uno: "...barrenando sobre un torrente de interrogaciones mudas acerca de cómo explicarte que el ventrílocuo detrás de mi discurso era una nena con miedo."
Muy interesante también como entretejiste el legado de los padres.

Como siempre, me encanta leerte.
Te adoro!

Celi.

Anónimo dijo...

Ay.. me esta pasando que yo estoy todavia aca, y los sillones estan vacios, todos. Hay un silencio sepulcral en toda la casa y yo tratando de escribirte bajito porque el teclado hace un ruido tremendo, te acordas? Te adoro. Y no te puedo decir como te extraño porque no se como hacerlo, porque esas cosas siempre te las dejo a vos. Pero lo siento, lo siento tan fuerte como este silencio que odio. Por que ya no se escuchan las cucharitas en los cajones? y no hay nadie tomando te, esta solo mi cafe (por la mitad por supuesto, porque ya se me enfrio) y se siente solo. Son las 7 de la mañana, podes creer? eso no cambio, pero es mucho mas triste ahora.
Me encanto. Me rei muchisimo y me agarro una nostalgia espantosa. Hermanita. Barcelona no es lo mismo sin vos aca, no es para nada tan linda..

TiTo A. dijo...

Me gustó mucho tu comentario, habida cuenta de que hace meses que tengo El cultito en boxes... y me agradó más tu forma de escribir en este texto y en otros que leí recién, salteado y antes de salir corriendo al laburo. Quiero leer más. Un abrazo.

Jota Sch dijo...

la verdad que si que hizo estragos el cruzar el charco, de los lindos, obviamente. quiero leer mas de esto, siempre con un avant (postergado o no) en cafe paris. con olor a comida china, por supuesto.
volves a hacerme sentir eso de imaginarme algo y vos retrucarmelo para que diga: maldita! lees mis mensajes de texto y esto tambien? como puede ser?

bueno, puede ser, porque sos vos y porque sos vos te deje pasar a mi humilde morada negra, amarilla y roja para estar feliz de este "puede ser" tan lindo. si.

Anónimo dijo...

Cuando es perfecto, es perfecto.
La tensión puede ser parte del cuadro.

Paloma dijo...

o el mismísimo bastidor

Anónimo dijo...

lalal la flor, lalala la flor
lala
lalala
la
laflor
la
bueno chau

polaco scalerandi dijo...

gracias por pasar paloma, muy lindo lo que escribis, y ya te pongo en favoritos
abrazo
el polaco

Unknown dijo...

de q intensa forma vivis tus momentos
me encanta