28 de noviembre de 2009
lo privado es ver salir el sol
Estaban desorientados de luz eléctrica, de disponer los muebles en una ronda y dejar un objeto en el medio, al alcance de todos, igual que un fuego o una botella. Resulta que entonces amaneció de lleno a sus espaldas, y al darse vuelta la ventana era un ojo abierto del todo, encandilado. Así que bajaron las escaleras hablando bajito, abrieron la puerta y se despidieron con un abrazo en la vereda. De vuelta arriba, sola, poniendo las lámparas a dormir, una planta apoyada sobre un estante recupera olor a albahaca –fuerte. Hubo que abrir las persianas, las puertas. Y hubo que aprovechar que el resto de las ventanas, ciegas de sueños de otros, no pueden ver a una mujer sacándose la ropa, soltando gemidos de alivio al despegarse las telas de la piel, el alambre del corpiño, las medias húmedas. Levanta los dos codos a la vez mirando la terraza del otro lado de la manzana, los cables y tanques de agua plateados y por suerte las hojas, igual de nuevas que las de la albahaca, fondeando el paisaje. Entonces los pezones encuentran el cielo como agradeciendo, o rezándole, al hechizo sellado en todas las formas. Recuerda cómo es nadar sin ropa. Se pone un camisón claro y a través del algodón aprieta y suelta los músculos. Los hombros, primero; el cuello, las costillas duras dibujadas en lo más alto del pecho. Escucha un ronquido en una habitación contigua. Parece preguntarse si son feos los ronquidos, o no, y ahora mismo parece no saber contestarse. Entonces se sienta en una silla, como desplomada; abandonó la postura. Piensa un rato, hasta que te da intriga. Le preguntás dándole autoridad de reflexión a los ojos serios. Te contesta que no es nada importante, que sólo piensa en lo feo que suena el ronquido. Te miente. Vos sabés, pero no corresponde que vuelvas a preguntar, así que ella sonríe invicta y sigue caminando por la habitación de una forma que tiene el lenguaje entonado de cuando uno habla solo. Va a la cocina, vuelve a la silla con una pera en la mano y le hunde la boca haciendo ruido para tomarla, aparte de morderla.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
cada vez, más cosas que más me gustan.
leerte, es tenerte cerca.
y eso puede acaso ser más lindo?
que lindo lindisimo desde el titulo hasta el final, pude sentirlo todo perfecto.
Publicar un comentario