Como siempre después de la carpeta de folios azul,
la que era como un libro,
en realidad después y durante:
carpetas dentro de carpetas dentro de carpetas,
estas listas de títulos, y el placer del nombre
que casi siempre me enorgullecía,
creía que le encontraba el suyo a cada fila de versos.
Creía que le encontraba el suyo al árbol, al palomo, al muerrrto.
Hoy volvimos a mencionar lo del “atrás, atrás” de las películas de terror.
El atrás, atrás y de frente un niño te dice: ayúdame.
Todas las cosas que existen y por ciertas están, en los reflejos angulosos.
Son las cinco y media
la puta que lo parió
esta semana la ciudad se me prendió encima fuego,
se llenó de las sirenas,
de luces que pasan a los costados a velocidad
como si lo que viajara en contramano
fuera uno,
no el paisaje a los costados.
¿Qué paisaje?
Necesito más cielo, se me cierra el pecho como en caja.
Cielos, con y sin siestas.
En hamacas.
Comer algunas uvas.
Ir contando una,
dos.
Que se quede semilla en una muela,
lastimarse la punta de la lengua haciéndola salir y tragarla.
Imaginar que la semilla anida, y finalmente crece una planta adentro de uno,
como crecen adentro de uno varias cosas:
el árbol, el palomo, el muerto
1 comentario:
El Paraiso. hermoso. quiero eso. yaaaaaaaa!
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