Había eso, atrás de arcos luminosos e infranqueables,
inmediatamente después de los umbrales
desde los que se despiden mis muertos
y se envían mis cartas:
La promesa de un tesoro en monedas,
de varios duendes,
de un parque de diversiones;
pero la confirmación fue la de un espíritu manco.
Toda la escritura,
la escritura de todos los entierros,
los entierros de todos los escritos
quedó en mis manos.
Todos los carteros,
italianos y en bicicleta,
todos esperanzados por la novedad de la metáfora,
están perdidos, no sé si en el camino de ida
o en el de vuelta.
Y esta insistencia
de rezar “es injusto que la plegaria
se vaya callando en el eco,
se vaya cayendo de seca,
se vaya rompiendo en las grietas de rodillas pacientes”,
pareciera que no va a alcanzar nunca
más que para reproducir una carta, un pedido y una nena.
8 comentarios:
También reprodujo la mañana de Belgrano, y el que se agrietó fue todo el cielo.
buenisimooo paloma, excelente, aca paso y dejo mi comentario, gracias por pasar siemp`re que pasas, yo prometo pasar mas seguido.
te mando un abrazooooo
el polaco
muy bueno paloma muy bueno
"... la poesia es todo aquello que le cierra la puerta a los imbeciles..." (Aldo Pellegrini)...buena salud a tus versos!
alloha.sigo apsando shhhhhh beso
Inicio el intercambio blogero (¿se dice así?): dos perlas. “Espíritu manco” ¡Por dios!, ¿Qué será eso? En fin, la poesía tiene esa virtud entre otras: hacernos entrever, aunque sea por un milagroso segundo, lo imposible por excelencia. La otra perla: el último verso. Sobre todo, la ultima palabra: …una nena. Digo, no me la esperaba.
acabo de entenderlo, en el momento justo. Gracias.
dejo de funcionar eso de que cada vez que entro acababas de postear algo. perdi el don, te necesito.
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