31 de mayo de 2010

xul

Mascullando como de rosario, cuenta por cuenta, cuenta que volver de la muerte es triunfarle, como si quedarse no fuera estar montado, como si resistir a lo espeso de los ríos subterráneos no fuera dar batalla, la noche se ennegrece diez escalones menos diez segundos antes de que claree la última cuenta cuenta que una mujer de pechos largos, flacos, devolvió a la tierra lo que de la tierra había tenido y se mostró el sol quince cebadas después de que clareara, le dijo al sol: Clarita te extraño, Clarita que al norte del continente el amanecer le huele a levadura con diferencia horaria, diferencia horaria que no estoy preparada para entender cabalmente, como no estoy preparada para entender cómo el rosario no es capaz de devolverte de donde haya que triunfar volviendo, a vos no, por particular, a él sí, por universal, a Clara tampoco, porque su sol brilla rayos que van lejos fogueando el devenir según el antojo de ella, resistiendo la tierra a borrar hasta las raíces, no hace falta, no hace falta resignar absolutamente todo, no puede ser cosa fácil ni cosa útil.