Liniers titula su blog “Cosas que te pasan si estás vivo”. Frente al dibujo somos un público con un factor común medio obvio: estamos vivos. Y llegamos ahí con el deseo de ser espectadores de algo –o alguien– que lo exprese. Quizás porque es un alivio la sensación de “tal cual, a mí también me pasa”. El arte nos “desaliena”, nos detiene y nos hunde en las cosas que nos acostumbramos a pasar por alto, nos propone universos alternativos y revela éste. Nos devuelve a Babel: al idioma común y único que son las cosas que nos pasan por estar vivos. Unjotasch saca punta y así de afilada, nos propone sus “cositas” que funcionan como un bisturí dispuesto a encontrar algo adentro nuestro, algo que está casi en la fisiología de todos. Uno esboza una sonrisa inevitable producida por la identificación y porque su trazo es un doble filo de ternura infantil combinada con la profundidad de quien sabe observar hondo. La paleta es un cajón desordenado en el que guarda lápices Faber-Castell nuevos, Crayola de los que tienen olor a frutas o a chicle, la Mac adorada, una birome Bic bien criolla y algunas palabras: las justas (lo bueno, si breve, dos veces bueno). Son varias y eclécticas las herramientas de las que dispone para concentrar varios planos de significado en una sola “cosita”. Y les decimos “cositas” porque una definición más exacta sería atroz. No son más –ni menos– que cosas que nos pasan por estar vivos, por ser nenes, grandes, mujeres, terrestres, huérfanos, viajeros, sensibles, humanos. Simplemente. ¿Simplemente? Seh, simplemente.
1 comentario:
"la única diferencia entre los niños y los adultos es el precio de los juguetes"...
No está tan buena la frase para decirla sin q sea mía, pero bueno... ya está.
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