¿Tenías, cuando eras chica, esa especie de bola que uno la batía y era como si adentro nevara? Yo tenía. Ahora mi casa parece la estructura sostenida adentro. Cambia el viento y la luz, como si alguien estuviera sacudiendo la esfera de vidrio y después la dejara quieta. Yo estoy en una ventana sobre lo único fijo a la tierra y veo todo el resto en movimiento.
De vuelta una bandada se aleja y me despierta un hambre nómada; una necesidad imperiosa de desprenderme, de abandonar la tierra pelada y buscar otra fruta de más jugo que crezca lejos. Ya me había pasado esto la vez que le escribí una carta de amor desesperada y llorosa a Brasil y después me escapé sin avisar, no paré hasta llegar a esas playas. Cuando llegué me dolía lo mismo que me dolía en casa, ¿sabés? Pero el paisaje era mil veces más lindo, entonces valió la pena.
6 comentarios:
Te pasas una semana sin hablar con nadie, sin emitir sonidos. De pronto viene un amigo a ver si todavia estas vivo. Entonces entre mate y mate de pronto le gritas: ME QUIERO IR A LA MIERRRRRRRRRRRDAAAAAAAAAA!!!
Dos dias despues compras el pasaje y te vas.
Sin hijos se disfruta más, sin pareja todavía más. Especialmente si uno viaja para ver a su pareja. :-D
claramente, valio la pena.
j.
Con o sin justificaciones, los viajes nos devuelven distintos, y las mochilas "livianas" nos permiten disfrutarlos aún más.
Un saludo!
Dejé de leer a Gabriel porque me entusiasmé mucho leyendo a Florencia. A vos te parece?
eleven anclas!
eleven anclas!
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