Un calor estático sin pena ni gloria. Un aire áspero que lastima el pecho si se lo respira y no queda otra, se lo respira. Igual abro las ventanas de par en par, me pongo los anteojos porque también soy miope para mirar el cielo y noches así hay que rezar o leer. Suena el teléfono del piso de abajo. Sigue, se ve que no está, era verdad lo de sentirse sola.